La inteligencia emocional es una habilidad que se puede adquirir para saber gestionar las emociones, lo que puede resultar de gran ayuda para relacionarnos y tomar decisiones. Incluso en el ámbito laboral puede ser muy útil.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Con el paso del tiempo se han descubierto distintos tipos de inteligencia más allá de la intelectual. El psicólogo Daniel Goleman fue el pionero en popularizar el término con su libro “Inteligencia Emocional”.
De manera global, podemos decir que tener inteligencia emocional equivale a entender lo que sentimos y lo que siente el otro.
La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos para gestionar las emociones favorablemente, identificándolas y expresándolas adecuadamente de manera que nos sintamos mejor con nosotros mismos y mejoren nuestras capacidades para afrontar los conflictos. En esencia, es la habilidad que nos hace ser más felices.
La mente emocional es adaptativa, nos lleva a responder ante situaciones sin detenerse reflexivamente como lo haríamos de manera racional, pues tiene la capacidad de valorar la situación más rápidamente y actuar en consecuencia. Dicho de otro modo, actúa como una alarma antes de que el cerebro racional reaccione.
¿Cómo nos ayuda la inteligencia emocional en el trabajo?
Aquellas personas que tienen habilidad para gestionar sus propias emociones y empatizar con las de los demás tienden a ser mejores en el trabajo. ¿A qué se debe esta afirmación?
Entre los componentes de esta habilidad está, en primer lugar, la autoconciencia, es decir, la capacidad de reconocer sus propias emociones (para poder reconducirlas). En segundo lugar, la motivación, que nos impulsa a actuar hacia lo que nos proponemos. En tercer lugar, la habilidad social, que nos permite relacionarnos con los demás exitosamente; y, por último, la empatía. Este último componente es fundamental para relacionarnos con los demás, ya que permite ponernos en el lugar del otro, comprenderlo y actuar coherentemente.
Esto se traduce en que la inteligencia emocional ayuda a los trabajadores a adquirir las siguientes competencias:
- Nuestros pensamientos determinan nuestros actos, lo que nos ayuda a mostrar iniciativa en el trabajo, impulsando la valorada proactividad.
- Adaptabilidad: Si somos capaces de manejar el posible sentimiento de frustración que sentimos al desempeñar una actividad que escapa a nuestro control, tendremos más éxito en preservar en el empeño.
- Persuasión: Interpretando las emociones de los demás, podremos manejar una persuasión más efectiva.
Según Daniel Goleman, “las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas, dominan los hábitos de su mente que fomentan su propia productividad”. Por contrapartida, aquellos que carecen de esta capacidad “mantienen luchas internas que sabotean su capacidad de trabajar con atención y una mente limpia”.
Afortunadamente, la inteligencia emocional es algo que podemos desarrollar a lo largo de la vida. Sin embargo, requiere de un esfuerzo constante. Ser asertivos, mantener la calma, aceptar y enfrentarse a las emociones negativas, son algunas claves para ello.
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